viernes, 15 de marzo de 2013

Curso de iniciación al Kendo 2013. Una pequeña crónica.

Durante los días 6, 20 y 27 de febrero, hemos tenido la oportunidad de disfrutar del II curso de iniciación al Kendo, que imparte el club Kenseikai en la Universidad de Navarra.

Durante estas clases, hemos aprendido a colocar los pies para movernos de forma fluida, intentando adoptar posiciones que nos permitieran atacar y defendernos. Aunque todas las técnicas se ejecutan a una velocidad de vértigo, el kendo tiene unas formas elegantes y unos movimientos precisos y delicados. Que esto no os lleve a engaño, el kendo exige mucho esfuerzo físico, y la mayor parte de nosotros acabamos las clases con la lengua fuera.

Nos han enseñado a manejar el shinai o espada de bambú, apuntando a aquellas zonas del cuerpo que se consideran “puntuables”, es decir: a la cabeza (men), a la muñeca (koté), a la cintura (do) y al cuello (tsuki). El principal elemento en la práctica del kendo a priori puede parecer la espada, pero al observar a los compañeros más experimentados, la espada parece una prolongación de sus manos, y los movimientos parecen provenir de todo su cuerpo, casi como si danzaran.
Tan sólo ver cómo se colocan la armadura es impresionante. Implica toda una serie de pasos, que se ejecutan casi como un ritual que nos permite atisbar cómo podría ser la preparación para la batalla de los antiguos guerreros samurais del Japón feudal.

Hemos aprendido incluso a contar en japonés y los compañeros han sido sumamente agradables, siempre dispuestos a enseñarnos detalles, a contarnos la historia que se esconde detrás de cada movimiento, y a hacer que las dos horas de cursillo pasen volando.
En todo momento se aprecia la cultura subyacente, en la que se demuestra el concepto del honor, el compañerismo, el respeto y el esfuerzo personal que hay detrás de cada entrenamiento.

En definitiva, toda una experiencia sumamente enriquecedora, que sin lugar a duda recomiendo a todos aquellos que busquen no solamente una actividad física potente, sino también una forma de desestresarse, aprender de una cultura interesantísima, y por qué no, conocer gente fantástica.


Sin duda el Kendo es una experiencia para repetir.  













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