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Desayunando bien, no vaya a ser que estos andaluces nos dejen hechos polvo |
Como toda kendoka, lo primero que hice fue descalzarme y dejar que mis pies se acomodaran al suelo. La tarima era un poco ilusión óptica (porque no había pero parecía que sí); en vez de deslizarme, parecía que tenía Loctite en la planta de los pies. El sudor me pegaba todavía más, ¡pero qué remedio! El modo kendoka te hace más dura, así que pensé que no estaría tan mal, y realmente no habría sufrido tanto de no llevar el pie en carne viva por un entrenamiento anterior. Tuve que dejarlo al poco de empezar y me armé con un tabi para continuar, igual que los demás días.
El ambiente en Shion fue fantástico. Los sábados hacen entrenamientos conjuntos Málaga y Estepona. Justo ese estuvimos más bien pocos, pero los más valientes, y sudamos igual que si hubiéramos sido cien. Primero hicimos kihon. Después Fernando decidió que hacer unas piscinas de kirikaeshi (es decir, ir hasta el final de la sala y volver) parecía un ejercicio interesante. Juraría que Javi yo cruzamos miradas indescriptibles, pero sobrevivimos. Al final, mawarigeiko. Ambos nos quedamos fijos en la fila para que los demás pudieran hacer con nosotros. Aquí tengo sentimientos encontrados: fue duro darlo todo con cada uno de los compañeros porque el calor y el cansancio hacían mella conforme pasaba el tiempo, pero también me sentía extrañamente animada y fuerte. No fuerte en el sentido de no cansarme, sino con ganas de dar el máximo y disfrutar de los combates.
Pero Estepona no era todo kendo: las calles eran muy hermosas y coloridas ♥ |
¿Lo mejor? El kendo en andaluz. ¡Qué acento tan divertido! Gracias a Moisés nunca olvidaré mi primera vez con las katas de kodachi. Imaginaos la escena: Moi explicándome qué guardia tenía que poner en la segunda kata. “Te pones en gedan como diciendo ‘a ver qué pasa aquí’ y yo contesto bajando el kodachi un poco, en plan ‘poh mira lo que pasa, guapo’”. Me partía. Entre eso, la alegría andaluza (que no desmerece el carácter didáctico de las clases) y lo visual de las explicaciones, salí muy contenta de Shion. Me haría mucha ilusión verles en el curso de Vitoria y no me arrepiento en absoluto de haber vencido la pereza.
¿Lo peor? La foto de después de entrenar. Pero a quién se le ocurre. Podríamos haber cambiado mi cara por un tomate y nadie notaría la diferencia, ni siquiera yo (y también qué odisea para sacar una foto y que se vea bien, ozú).
¡Me ha encantado la entrada! Veo que vais aprendiendo de mis desayunos... :p
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